El trabajo decente, tal y como lo define la Organización Internacional del Trabajo, OIT, es un motor de desarrollo sostenible. Un mayor número de personas con empleos decentes significa un crecimiento económico más fuerte y más inclusivo, reduciendo las desigualdades y aumentando la resiliencia. Por lo tanto, es crucial que el Trabajo Decente ocupe un lugar significativo en las agendas nacionales de desarrollo, siendo una prioridad en las Agendas Nacionales de Desarrollo, de acuerdo con los compromisos asumidos por los estados hasta el año 2030.